Detectives Privados en Cuba
No son legales. Pero existen.
Hay, en La Habana, cuatro o cinco agencias de detectives privados buscando consolidarse en un segmento de mercado prácticamente virgen: cubanos desconfiados que carecen de una entidad estatal que satisfaga sus necesidades de información con fines personales y extranjeros que no quieren pagar o desconocen los Servicios Especializados de Seguridad S.A (SEPSA), una empresa con sus papeles en regla y diez años de experiencia en Cuba.
Tras la pista de quienes ejercen este singular servicio en un contexto marcado por la existencia de solo 201 actividades por cuenta propia con carácter legal y donde todas las investigaciones corren a cargo del Ministerio del Interior, contacté con Fernando Álvarez, cubanoamericano, fundador en el 2003 de Drakonx Investigations.
Se trata de una corporación familiar registrada como contratista del gobierno de los Estados Unidos y cuyo objetivo son las operaciones de seguimientos, rastreo, acceso a información confidencial, protección e investigaciones encubiertas.
Drakonx Investigations se presenta a sí misma como la primera agencia estadounidense con detectives privados en Cuba y su “chief investigator” –según la web empresarial– es director de investigaciones de la ONG Missing Children Global Network y “miembro activo de los programas del FBI y del Servicio Secreto para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos”.
Por correo contó que ofrecen sus servicios aquí desde 2010 motivados, principalmente, por “la solicitud de algunos abogados para localizar a herederos en casos judiciales de herencias en EE.UU. y España”. Sus clientes son extranjeros o nacionales radicados fuera del país.
“Nos gustaría poder ofrecer nuestros servicios a cubanos residentes en Cuba que puedan necesitarnos tanto en la isla como en Estados Unidos u otros países, pero la realidad es que los sueldos no les permitirían pagar nuestros honorarios”, agregó Álvarez.
El tiempo para resolver un caso depende de sus características. Las localizaciones, por ejemplo, suelen solucionarse entre tres y 10 días. Los casos de infidelidad (que son los más usuales) pueden demorar hasta 15. Quienes solicitan este último servicio por lo general son extranjeros preocupados por sus parejas cubanas o emigrados que dejaron atrás a sus esposas/os.
Sobre las actividades de sus trabajadores en Cuba, Álvarez comentó que “la policía se encarga del orden público y de asuntos de oficio y no puede dedicarse a resolver asuntos de índole privada donde el detective privado puede ser, muchas veces, la única solución”.
En declaraciones para The Washington Post, reveló que sus detectives cobran alrededor de 300 dólares al mes por las dificultades con que trabajan, en zonas marginales o con personas problemáticas.
Detectives, no espías
Las agencias de investigaciones privadas son un negocio polémico. En Latinoamérica son legales en al menos diez países (Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay, Argentina, Paraguay y Venezuela), según el “Informe Legislación Nacional Seguridad Privada en Países de América del Sur” elaborado por Patricia Arias, miembro del Grupo de Trabajo que el Consejo de Derechos Humanos destinado a la investigación sobre el uso de mercenarios.
En términos generales –explica el documento– las prestaciones de seguridad privada en esas naciones incluyen la vigilancia y protección de bienes y personas, escoltas personales, detectives o investigaciones privadas, consultoría, servicios de tecnología de vigilancia y alarmas, comercialización de equipos para vigilancia y seguridad, así como el transporte de valores.
Para ofrecer estos servicios, las legislaciones nacionales exigen una autorización y licencia otorgada por el Ministerio encargado de la seguridad pública. En la mayoría de los casos se le prohíbe el ejercicio de esta actividad a miembros activos de la fuerza pública (fuerzas armadas o policías) y se limita su accionar a las dependencias, edificios o espacios privados señalados en los contratos, pues la actuación en zonas públicas está reservada a las fuerzas de la seguridad del Estado.
En cuanto a las actividades prohibidas, las agencias de investigación y seguridad privada no pueden desarrollar labores de inteligencia, capacitar o recibir capacitación en tácticas de combate; realizar seguimientos, requisas, allanamientos, interceptaciones; alterar o perturbar las condiciones para el ejercicio de los derechos y libertades públicas de la ciudadanía; o utilizar los servicios como medio de coacción para cualquier fin.
En Cuba las agencias privadas de seguridad están prohibidas. Aunque el Código Penal de manera explícita no hace alusión a ellas, sí menciona elementos tangenciales a sus servicios. La Ley explica, por ejemplo, que quien con ánimo de lucro realice actos propios de una profesión para cuyo ejercicio no está debidamente habilitado, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas.
Asimismo expresa que será penalizado quien penetre en domicilio ajeno sin la voluntad expresa o tácita del morador, quien efectúe un registro, abra la correspondencia perteneciente a otro, viole el secreto de las comunicaciones telefónicas, impute a otro ante terceros una conducta que pueda dañar su reputación social o divulgue hechos falsos que redunden en descrédito de una persona.
Aún así, aquí hay detectives privados.
Siempre hay un ojo…
Rolando dirige desde en Estados Unidos una de las agencias dedicada a este tipo de investigación cuya oferta encontramos en Revolico y Cubísima, dos sitios web de anuncios que abrieron los caminos de la Isla en el comercio electrónico.
Agencia 4, su negocio, abrió en mayo de 2014 aunque desde antes “desempeñábamos la actividad de investigaciones privadas de forma independiente e informal”, me dice el jefe.
“Confía, pero comprueba” es el slogan con que se identifican y en su página web aclaran como parte de las condiciones del servicio: “No nos comprometemos en asuntos relacionados con problemas políticos ni cualquier otro que requiera violar la legislación vigente y los preceptos éticos de la nación”.
“Las solicitudes que más procesamos –comenta Rolando– están relacionadas con la infidelidad [demoran más o menos 5 días] y representan un total del 70 por ciento, según nuestras estadísticas; pero también realizamos investigaciones de custodia de menores, localización de personas, precontractuales y empleados desleales”.
Debido a los costos, sus principales clientes suelen ser extranjeros y cubanos con un nivel adquisitivo por encima de la media, sin embargo –afirma- uno de sus objetivos “es crear paquetes de precio asequibles para que más personas puedan acceder a ellos”.
Sobre su futuro, es optimista.
“Creo que con los cambios en el ámbito económico y social que está viviendo nuestro país ha surgido una nueva necesidad que es la necesidad de información privada. Cada persona tiene derecho a conocer sobre cualquier cosa que afecte su ámbito personal siempre y cuando esto no implique violar el derecho a la privacidad de las otras personas”, responde cuando inquirimos sobre la utilidad de este oficio que –según él- debería legalizarse para “establecer pautas y desempeñarnos bajo determinados preceptos éticos que posee nuestra profesión a nivel mundial”.
(In)fidelidades encubiertas
David Roque también es detective privado en Cuba. Su oficina es más antigua que Agencia 4 pues presta servicios desde diciembre del 2010, cuando fue fundada por él junto a “un investigador de la conocida empresa SEPSA”, apunta.
Roque Investigations localiza personas desaparecidas y monitorea tanto posibles infidelidades como la conducta de jóvenes, menores de edad y empleados desleales.
“Sabemos que nuestro trabajo no está entre las actividades por cuenta propia, pero pensamos que en algún momento [se] debería aprobar una licencia, ya que esto es un trabajo normal en cualquier país del mundo y no podemos ir en contra del desarrollo… Cada vez serán más las personas que quieran contratar un servicio de detective privado”, señala esperanzado por las potenciales que le ve a su segmento de mercado tras la apertura en La Habana de la embajada de Estados Unidos.
“Conocemos el riesgo que corremos, pero vale la pena. Muchos clientes nos contactan desesperados, enamorados, escépticos. Y brindarles tranquilidad y un servicio de excelencia nos convierte en una de las mejores agencias en ofrecer estos servicios”, concluye.
¿Oficio necesario?
Si no fuera por la rentabilidad de Habana Investigations, Roque Investigations, Agencia 4 o Detectives.pro cualquiera pensaría que solo se trata de la iniciativa de unos entusiastas de las historias tantas veces televisadas de Sherlock Holmes, Hércules Poirot, Adrian Monk, Jessica Fletcher o Verónica Mars.
Y tendría lógica ese pensamiento si tenemos en cuenta que hasta la filmografía cubana se estrenó en el tema de los detectives privados con el filme Bailando con Margot, de Arturo Santana, una de las novedades del 37 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano celebrado en diciembre.
O que pronto veremos al célebre actor Antonio Banderas en la serie Havana Quartet, donde interpretará a Mario Conde, el detective más famoso de la literatura cubana, nacido de la imaginación del novelista Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias en letras 2015.
Pero no. No es fruto de la imaginación de unos entusiastas. Las agencias de detectives privados forman parte de esa nueva forma de entender los negocios debido a la cual los emprendedores provocan desde el 2010 un resurgir en la Isla de oficios que desafían el limitado acceso a Internet, la legalidad y nuestras lógicas sociales. Aunque a mí, si me preguntan, no me gustaría que me investigaran. Ni a nadie.
Yisell Rodriguez Milan
Enero 27, 2016
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